Montag, 9. Januar 2012

La maldita bondad de una injusticia


 Don Ashuco cuenta que hay un país muy pequeño en Europa que se llama Suiza. Tiene montañas y lagunas tan lindas como las de Cajamarca y dice que los suizos producen, aparte de quesos, armas para todo el mundo, aunque nunca han declarado una guerra a nadie. Hacen alarde de neutralidad, pero sus armas matan gente, destruyen casas y caminos en todo el mundo.
Con el dinero que consigue vendiendo armas construyen enormes y lujosos edificios y ahí funcionan poderosos bancos, pero son bancos que trabajan de acuerdo a leyes fuera de toda ley. En esos bancos depositan dinero malhabido toda clase de malandrines, negociantes de droga, contrabandistas, mafiosos de toda laya y gobernantes que roban el dinero de sus países.
Cuando los jueces y los policías van a reclamar el dinero robado, allá en esos bancos nadie sabe nada, se callan en suizo y en todos los idiomas, aquí no hay nada, a ustedes no les importa, no jodan, esta ventanilla está cerrada al público, hoy no se atiende más, así diciendo, los botan y no les hacen más caso. Pero los bancos no se cierran, siguen abiertos.
Aquí en nuestro país los clientes de esos bancos también callan y no cuentan nada, ni ante la ley, se niegan a decir en qué banco suizo han depositado todo lo que han robado y no les pasa nada.
A mi hermano Juancho, diciendo dice don Ashuco, las mineras le quitaron sus terrenos a engaños. Nadie le hizo caso a sus reclamos. Un día lo sorprendieron cogiendo los restos de comida de un restaurante y lo llevaron a la comisaría. Acusándolo de terrorista lo condenaron a quince años de cárcel. Lo bueno de esta desgracia, se alegra don Ashuco, es que ahí tiene por lo menos donde dormir.

Keine Kommentare:

Kommentar veröffentlichen