Don Ashuco
cuenta que hay un país muy pequeño en Europa que se llama Suiza. Tiene montañas
y lagunas tan lindas como las de Cajamarca y dice que los suizos producen,
aparte de quesos, armas para todo el mundo, aunque nunca han declarado una
guerra a nadie. Hacen alarde de neutralidad, pero sus armas matan gente,
destruyen casas y caminos en todo el mundo.
Con el
dinero que consigue vendiendo armas construyen enormes y lujosos edificios y
ahí funcionan poderosos bancos, pero son bancos que trabajan de acuerdo a leyes
fuera de toda ley. En esos bancos depositan dinero malhabido toda clase de malandrines,
negociantes de droga, contrabandistas, mafiosos de toda laya y gobernantes que
roban el dinero de sus países.
Cuando los
jueces y los policías van a reclamar el dinero robado, allá en esos bancos
nadie sabe nada, se callan en suizo y en todos los idiomas, aquí no hay nada, a
ustedes no les importa, no jodan, esta ventanilla está cerrada al público, hoy
no se atiende más, así diciendo, los botan y no les hacen más caso. Pero los
bancos no se cierran, siguen abiertos.
Aquí en
nuestro país los clientes de esos bancos también callan y no cuentan nada, ni
ante la ley, se niegan a decir en qué banco suizo han depositado todo lo que han
robado y no les pasa nada.
A mi
hermano Juancho, diciendo dice don Ashuco, las mineras le quitaron sus terrenos
a engaños. Nadie le hizo caso a sus reclamos. Un día lo sorprendieron cogiendo los
restos de comida de un restaurante y lo llevaron a la comisaría. Acusándolo de terrorista
lo condenaron a quince años de cárcel. Lo bueno de esta desgracia, se alegra don
Ashuco, es que ahí tiene por lo menos donde dormir.
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