Dienstag, 20. Oktober 2015

Entrevista a Walter Lingán / Maritza Olórtegui Mariña

  1. “El amor no ata, sino proporciona libertad”, palabras de tu personaje Michaela. Tú, ¿compartes ese concepto?
La actual juventud europea, en particular la alemana, asume el legado de “Mayo del 68”, aquel movimiento libertario que rechazó el matrimonio por tratarse de una forma de esclavitud, un contrato burgués que coloca en desventaja a la mujer respecto al hombre, por eso ahora se pugna por las “relaciones libres”, sin ataduras legales, relaciones legítimas que deben ser respetadas mientras que ambas partes estén involucradas en relaciones emocionales o sexuales. No se trata de mantener múltiples relaciones sexuales, sino de forjar el compañerismo y la solidaridad en la pareja, de cortar la relación en el momento que empieza a ser dañina para una o ambas partes. En ese sentido coincido con mi personaje.
  1. “Un cuy entre alemanes”, te ha hecho revivir con nostalgia y coraje lo difícil que fue migrar a un país donde la barrera principal, era el idioma. ¿En esta novela hay algo de ti, de tu experiencia como migrante?
Hay que considerar que siempre estuve viviendo como migrante. Del pueblo donde nací nos trasladamos con mis padres a la selva, de ahí me mandaron a Lima, para finalmente partir para Alemania. Todos esos movimientos fueron una manera de irme para, a la vez, quedarme. Si bien es cierto en la novela hay algunos aspectos de mí, pero al contarlos dejan de pertenecerme aunque lo cuente en primera persona. He tratado de reunir historias de migrantes, de peruanos, de latinoamericanos en una país como Alemania. Sus aventuras, sus alegrías, sus tristezas, sus triunfos, sus fracasos, sus relaciones con la gente y el medio, de aquellos que solo trabajan para supervivir y de otros que tienen la suerte de estudiar. Su batallar con el idioma es una de las más duras. Hay gente que vive más de viente o treinta años y a las justas balbucea unas cuantas palabras en alemán, más bien la segunda o tercera generación tiene otro desarrollo distinto. Y, claro, es difícil aprender “este idioma del demonio” como me decía una amiga ecuatoriana. Son también las mujeres extranjeras casadas con alemanes las que la pasan peor, en ese aspecto los varones la tenemos más fácil. En conjunto todos estamos enfrentados a una cultura desconocida, estricta, menos tolerante, muy exigente y disciplinada, lo que al saque choca con nuestras maneras más libertinas y displicentes.
  1. Esta novela ¿representa a una metamorfosis más bien psicológica y no física por la que los migrantes pasan, de alguna manera en el extranjero?
Claro, es una alegoría al cambio que con el paso del tiempo vamos experimentando, adquirimos nuevas formas de comportamiento, aprendemos a ser respetuosos con nuestros semejantes y con el medio ambiente. De pronto somos más solidarios con los que sufren injusticias o abusos, entendemos que somos tan racistas con nuestra propia gente porque sentimos el racismo evidente o sutil de los nativos del país anfitrión.
  1. Como lectora, inmediatamente paso a la intertextualidad y pienso que si no hubieras leído “El lobo estepario” de Herman Hesse y “La metamorfosis” de Franz Kafka, no hubiera existido esta novela como tal. ¿Consideras posible?
Hermann Hesse y Franz Kafka me abrieron el camino, mi texto es un homenaje, un reconocimiento a ellos, a su obra; pero hay muchas otras lecturas que cada lector, de acuerdo a su experiencia, los podrá descubrir. Van a recordar rasgos de El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, pasando por la películas de El Increíble Hulk y El Hombre Elefante basada, está última, en la vida de Joseph Merrick, la novela El Jardinero de Jersi Kozinski o La dama que se transformó en zorra de David Garnett; así como las barriadas limeñas vía Patíbulo para un Caballo de Cronwell Jara, o ver la gran minería vía Redoble por Rancas de Manuel Scorza; incluso la corrupción en su estado más prosaico, vía el Ciudadano Alberto Fujimori, la construcción de un político de Jochamowitz, para mencionar algunos ejemplos.
  1. Si bien con Harry Haller, personaje de “El lobo estepario” hay un parecido con tu personaje en relación a que ambos son lectores voraces; pero en cuanto a la vida social, hay mucha diferencia. ¿Querías quizá mostrar al hombre latino más sociable y más sexual?
Sólo traté de presentar algunos clichés de “el amor latino” que es muy conocido en Alemania, hay algunas exageraciones, pero eso va de acuerdo al poder fornicatorio de los cuyes.
  1. En la vida del hombre-cuy desfilan muchas mujeres. ¿por qué esa insatisfacción amorosa y sexual? ¿No crees que este hombre-cuy es promiscuo y machista?
Como ya dije en la respuesta anterior, se trata de apoyarse en la vida sexual de un roedor como el cuy para proporcionarle a mi personaje poderes sexuales que solo existen en la mente machista, que solo es propaganda del macho latinoamericano.
  1. Estos últimos años el cuy se ha puesto de moda, no solo por los beneficios alimenticios, sino porque su imagen se ha convertido en algo mediático en nuestro país. ¿Por qué quisiste que la metamorfosis de tu personaje sea precisamente en un cuy?
Una de las razones es la que mencionas, de ser un plato regional ha pasado ser una delicadesa nacional; por otro lado representa, de algún modo, la identidad latinoamericana, en especial peruana; existe la creación de Juan Acevedo, ese cuy atribulado por ser un pequeño burgués con aspiraciones revolucionarias. Todas esas imágenes influenciaron para decidirme en escoger al cuy como protagonista de la novela.
  1. El hombre-cuy es socialista, comunista, leninista, maoísta, ¿Quién es ideológicamente Walter Lingán?
Soy una persona solidaria con los pueblos y las personas que luchan por la justicia. Asumo el marxismo más por experiencia que por ideas aprendidas. Desde joven estuve involucrado en estos afanes de luchar por la igualdad de oportunidades, de progreso y desarrollo para todos, sin distingos. Me gusta un Perú justo, libre y solidario y que su riqueza alimente a todos y no solo a un número reducido de familias.
  1. El terrorismo es una temática que ha sido abordado por muchos escritores, porque es difícil desligarla de nuestra historia política, social y económica de nuestro país. ¿Qué parte de este periodo te tocó vivir?
La violencia y el terrorismo siempre han estado presentes a lo largo de toda nuestra historia. Desde pequeño he sido testigo de la violencia de los poderosos contra los desposeídos. Todo reclamo del pueblo siempre es ahogado en sangre. Toda conquista social que beneficia a la sociedad en su conjunto tiene alto costo de vidas humanas de los sectores más pobres. La violencia que se desató a inicios de los 80 fue tan solo un grave momento de nuestra historia. Hasta ahora no se sabe la verdad, o sabemos a medias, y fundamentalmente desde el punto de vista de los vencedores. Me fui del país a inicios de los 80 y todo esto de la guerra lo viví en forma indirecta, por los testimonios de los testigos, de los que huían de las masacres y llegaban hasta a Europa, por las noticias. Constantemente buscaba información, a inicios difícil pero con el desarrollo de internet y las redes sociales esto se ha facilitado mucho, hay un bombardeo constante de noticias e informes de diferentes fuentes.
  1. En tu novela la madre no aparece con mucha frecuencia, pero cuando lo hace, aparece como una mujer, luchadora, trabajadora, guerrera, es decir, madre. ¿Cómo es o ha sido el vínculo con tu madre?
Mi madre siempre ha estado presente en las malas y en la buenas, siempre dando una palabra de aliento, apoyando lo que hacía; nunca desaprobó lo que me proponía hacer. Ella se preocupó porque tengamos lo mínimo necesario para salir adelante, nos dio todo lo que pudo. Quizás yo sea un poco ingrato con ella, pero ella sabe que la tengo siempre presente aunque la comuncicación no sea tan fluída. Mi madre es una mujer que nunca perdió la esperanza a pesar de las duras condiciones de vida que llevamos aquellos años en Collique (Comas). Hoy dice ella que está cosechando lo que sembró, pues vive feliz alternando entre sus hijos y nietos que están en EEUU, Europa y Perú.
  1. ¿Por qué la voz narrativa se dirige solo a Michaela en toda la novela? ¿Por qué a ella? ¿A quién representa Michaela en tu vida?
Yo siempre aspiré a vivir hasta la muerte con mis parejas, pero la vida nos juega con trampas. Michaela representa a esa mujer, a la primera, la segunda o la última con quien no se pudo hacer realidad ese amor “hasta que la muerte nos separe”. Michaela es ese símbolo, esa idealización, ese sueño frustrado por la vida. Pero no significa que sea infeliz, por el contrario, me considero la persona más feliz pues aprendí a amar en libertad, sin ataduras de ninguna clase.
  1. Me gustó tu novela por la agilidad con la que se deja leer, porque el personaje que has creado es amante de los libros y de la buena lectura y sospecho que el autor es así. ¿A qué libros vuelves siempre y por qué?
Leo fundamentalmente poesía de autores clásicos. Es infaltable César Vallejo, el poeta turco Nazim Hikmet, el griego Constantino Cavafis, el norteamericanos Walt Whitman, Carlos Oquendo de Amat, entre otros; desde luego leo y releo a Hermann Hesse, Franz Kafka, José María Arguedas, los inicios de Mario Vargas Llosa, Ciro Alegría, Manuel Scorza, Juan Carlos Onetti, Roa Bastos, Lezama Lima, Julio Cortázar, Cabrera Infante, en fin, sin descuidar otros autores contemporáneos de Perú, España y Europa.


Publicado originalmente en: http://www.maritzaolortegui.com/

Kopulieren ohne Ende / Britt Weyde

In Walter Lingáns neuester Erzählung sorgt „Ein Meerschweinchen unter Deutschen“ für Aufruhr

 Wer selbst eine glückliche Meerschweinchenfamilie zu Hause hat, polygyn natürlich, wie es der Fachverkäufer der Tierhandlung empfiehlt, ein Böckchen, wie die Männchen genannt werden, zusammen mit mehreren Weibchen, und sich ihrer musikalisch expressiven Gesellschaft erfreut, wird bei so einem Buchtitel natürlich neugierig: Un cuy entre alemanes, so der Titel des auf Spanisch vorliegenden neuesten Werkes des Kölner Schriftstellers Walter Lingán.

Die Handlung ist schnell erzählt. Ein peruanischer Student kommt in den 80er-Jahren nach Deutschland. Kurz nach seiner Ankunft macht sein Körper merkwürdige Transformationen durch. Zunächst teilweise, später komplett, verwandelt er sich in ein Meerschweinchen, jenes Nagetier, das ursprünglich aus den Anden stammt, dort als leckere Eiweißquelle dient, dem mitunter auch magische Kräfte zugeschrieben werden. Die temporären Verwandlungen halten den jungen Mann nicht davon ab, mäßig erfolgreich zu studieren, sich in die Polit- und Partyszene rund um die Uni Köln einzubringen, seine Besessenheit für Literatur auszuleben und die lokale Frauenwelt aufzumischen. Mit der Zeit lernt er mit „seinem Leiden“ zu leben. Die anfängliche Verzweiflung und Einsamkeit weichen seiner zunehmenden Wollust und animalischen Unbekümmertheit. Seine Symptome verstärken sich und er kann sie nicht länger verstecken, zunächst nicht vor seinem engsten Umkreis, sprich, den zahlreichen Frauen, mit denen er in die Kiste geht, gegen Ende auch nicht mehr vor dem Rest der Welt. Selbst die Kanzlerin schreibt ihm einen Brief mit einem Appell zum „friedlichen Zusammenleben aller Lebewesen auf dem Planeten“. Bis dahin war es ein weiter Weg voller Kulturschocks und vieler trauriger Stunden, in denen sich der Immigrant mit seinen Mutationen unverstanden, verwirrt und isoliert fühlte. Einzig die Lektüre und die vielfältigen sexuellen Begegnungen mit dem anderen Geschlecht sorgen für Besänftigung und letztlich eine gewisse Art von Integration in die deutsche Gesellschaft, allerdings nur als Kuriosum, als mediales Monster und sexualisiertes Objekt.

Die literarische Anspielung („Die Verwandlung“ von Franz Kafka, in der sich der Handlungsreisende Gregor Samsa in einen Käfer verwandelt) liegt auf der Hand und wird explizit erwähnt. Auch eine andere Aliengeschichte mag da in den Sinn kommen, nämlich die von Paddington, dem Bären aus dem peruanischen (!) Urwald, der in London von einer netten Mittelschichtfamilie gefunden und aufgenommen wird. Nach etwas chaotischen Anfangsschwierigkeiten wird er schließlich in die englische Gesellschaft integriert, ein Buch (mittlerweile auch gelungen verfilmt) für Kinder, das laut Autor Michael Bond eine Migrationsgeschichte erzählt, allerdings mit Happy End.

Autor Walter Lingán ist für die ila kein Unbekannter, er war in den 90ern Redaktionsmitglied der spanischsprachigen ila latina und schreibt immer mal wieder für die ila, sodass sich recht schnell erschließt, dass durchaus autobiografische Erfahrungen eingeflossen sind. Aus der Außensicht des Neuankömmlings werden deutsche Exotismen, besonders aus dem linksalternativen Milieu, gekonnt dargestellt und aufs Korn genommen, etwa wie der Student die Unabgeschlossenheit deutscher WG-Badezimmer verflucht oder die Stereotypisierungen von PeruanerInnen beschreibt, wenn sie etwa Machu Picchu nicht kennen oder gar nicht wie Indios aussehen, gar vielleicht schwarz sind und damit ihre „Echtheit“ als PeruanerInnen bei den Deutschen aufs Spiel setzen. Oder auch die süffisante Darstellung der gegenseitigen Anziehung zwischen blonden „porzellanfarbenen“ deutschen Frauen und „zimtfarbenen“ peruanischen Männern mit indigenen Wurzeln. Die Frauen fahren auf die „exotischen“ Männer aus dem Süden ab, die wiederum die blonden Schönheiten beim Heimatbesuch mit stolz geschwellter Brust ausführen und lautstark ihre schlechten Deutschkenntnisse zur Schau stellen. Etwas schablonenhaft vielleicht, aber diese zeitgeschichtlichen Anekdoten sind amüsant zu lesen; ebenfalls interessant sind die Darstellungen und Einschätzungen der politischen Ereignisse in Peru samt ihrer Verbindungen zur peruanischen Exilgemeinde und der hiesigen Soliszene der 80er- und 90er-Jahre.

Was allerdings schon nach dem ersten Drittel nervt, ist die einseitige Darstellung der weiblichen Figuren. Klar, das Meerschweinchen im Manne muss ständig vögeln, das ist ein wesentlicher Bestandteil des Plots, im Laufe der Seiten ermüdet es jedoch ein wenig. Das Tier, das aus dem Süden kam, als Chiffre, um ungehemmt ein Mackertum auszubreiten, reduzierte Darstellungen von Frauen zu wiederholen, Frauenverachtung und Gewaltfantasien inklusive. Die weiblichen Figuren sind so flach, dass sie austauschbar erscheinen, Hauptsache, sie sind „sinnlich“ und haben, immerhin, ein Interesse für Literatur. Apropos Literatur: Das name-dropping von Autoren und literarischen Werken fällt ebenfalls exzessiv aus, sorgt aber für wenig Erkenntnisgewinn. Auf Seite 73 dann eine Art Schlüsselszene: Seine neueste Errungenschaft weist den Studenten darauf hin, dass er in dieser WG im Sitzen pinkeln muss. Da überkommt den Dritteweltmacho das enorme Verlangen, sich auf der Stelle in sein Alter Ego Meerschweinchen zu verwandeln und mal so richtig die Sau rauszulassen, fröhlich durchs Zimmer zu flitzen und überall hinzupinkeln, Klamotten und Schuhe mit seinen Markierungen zu versehen.

Fazit: Der Plot beruht auf einer netten Idee und die Erzählung wartet mit unterhaltsamen zeitgeschichtlichen Einsprengseln auf. Und wer auf animalische Sexfantasien aus explizit männlicher Sicht steht, kommt vielleicht auf seine Kosten.


https://www.ila-web.de/ausgaben/389/kopulieren-ohne-ende

Walter Lingán, Un cuy entre alemanes, Editorial Eclipsa, Mai 2015, 152 Seiten, auch als Kindle Edition zu erwerben

El papel del trabajo en la transformación del hombre en cuy / Rodolfo Ybarra



Walter Lingán, es un escritor peruano radicado en Alemania, que se dedica también a la tecnología médica. Ha publicado diversos títulos como El amor también es subversivo (poesía, Lima, 1986), Por un puñadito de sal (novela, Lima, 1993), El lado oscuro de Magdalena (novela, Trujillo, Perú, 1996), La danza de la viuda negra (Lima, 2001 y 2008), Oigo bajo tu pie el humo de la locomotora / Ich höre unter deinem Fuß den Rauch der Lokomotive (Bonn, 2005), etc. En esta oportunidad nos entrega Un Cuy entre Alemanes, un texto fantástico entre La Metamorfosis de Kafka (La Transformación decía Borges) y el Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, pasando por El Increíble Hulk, El Hombre Elefante (Merrick) y El Jardinero de Jersi Kozinski.

El personaje, debido a ciertos problemas económicos y/o políticos (crisis de los ochentas, desastre belaundista y alanista), logra viajar a Alemania para hacerse de un futuro, estudiar y tener un trabajo y, si es posible, tener una pareja con la que formar una familia o tener algún happy end. En este trance, mientras se acomoda en su nuevo entorno social, una casa para estudiantes, nos va narrando su vida y sus lecturas literarias, sus autores, su visión social comprometida, sus analogías entre su ciudad natal, Lima-Collique y Alemania en la década del ochenta, siempre en primera persona, en sentido autodiegético, con mucha fluidez y, por ratos, pinceladas nostálgicas, estro poemático y cuestionador.

La realidad es vista a través de la lupa de la literatura, es así como nuestro personaje va, poco a poco, convirtiéndose en un cuy, un cobayo o, “equívocamente”, un “conejillo de indias”. Esto, quizá, como artilugio, sirve para opinar desde el metatexto o de rebote: ver, por ejemplo, las barriadas limeñas vía Patíbulo para un Caballo, de Cronwell Jara, o ver la gran minería vía Redoble por Rancas, de Manuel Scorza, incluso la corrupción en su estado más prosaico, vía el Ciudadano Alberto Fujimori, la construcción de un político, de Jochamowitz, etc., y, por largos tramos, con ciertos altibajos, logra el efecto deseado: instalar un interés en el lector por los libros y temas que el posible cuy va despachándose mientras fornica con todas las alemanas que le aparezcan en el camino, ya sea como ser humano o como roedor.

El cuy se come, no se integra, el cuy no tiene “hijos”, tiene prole, camada que va a alimentar la máquina de consumo. El cuy es un roedor inofensivo, doméstico o domesticable y siempre presa de otros animales carroñeros; en el Perú se le come, es beneficiado en suculentos platos gastronómicos y sirve también para incentivar algún tipo de seudonacionalismo politiquero (PPKuy) o incluso el ahorro: (“el Cuy Mágico”, del BCP); en Europa es una mascota (no se le considera intimidante siendo un roedor), y, como tal, solo quiere comer, ser tratado bien y reproducirse y, claro, si antes no se le castra.

Por otro lado, también podemos decir que Un Cuy entre Alemanes es, quizás, una novela entre el marxismo consecuente (no hay que perder de vista las disgregaciones del cuy sobre la izquierda peruana ilegal o legal y su activismo en Europa), la literatura, la disparidad social (Alemania-Perú, Europa-tercer mundo) y la libido y el desenfreno. O, parafraseando a Engels, el papel del trabajo o acomodo social en la transformación del hombre en cuy, donde podemos deducir que no es que el hombre-narrador quiera convertirse en cuy sino que es obligado por las circunstancias y porque así es mejor enfrentar un mundo para el cual no se siente preparado ni física ni mentalmente: la perfección urbana, las costumbres germánicas, el respeto del otro, y, principalmente, el trabajo integrador o visto como un ejercicio eucarístico o “humano”.

La parte final de Un cuy entre Alemanes nos trae una versión renovada de lo que sería El Jardinero de Kozinski, el que después de vencer sus propios miedos o taras sociales (¡el migrante puede encarnar al mal?), encuentra una forma de redención vía la fama o la aceptación mediática (la televisión también homogeniza y pasteuriza y convierte en héroes a villanos o humaniza a monstruos o los convierte en ciudadanos dignos de respeto), pues el hombre –léase el migrante– mientras se animaliza, entiende mejor el mundo y es finalmente asimilado, tragado por la sociedad; aunque quizás eso le desagrega el suspenso o la expectativa al cuy-hombre u hombre-cuy. No obstante, la novela no pierde su ritmo y se mantiene invicta hasta el final.

Andanzas de un shamán amazónico / Roberto Reyes Tarazona


https://www.ila-web.de/ausgaben/387/die-abenteuer-eines-amazonas-schamanen

El título de la novela Koko Shijam, el libro andante del Marañón, de Walter Lingán, motiva algunos comentarios previos a la indagación sobre su contenido.
El primero de ellos es lo sugestivo de su elección, a primera vista algo así como “el libro del libro”. Pero es algo más que eso. En principio, no se trata solo de la imagen que sugiere el término “libro andante”, sino de su significado en las sociedades amazónicas y preindustriales en general. Porque en este tipo de organizaciones sociales, las narraciones y el conocimiento se transmiten mediante la oralidad, una de cuyas características conjuga la inmersión en un fondo cultural común, ancestral, con la expresión marcadamente individual –en el sentido de opuesto a lo masivo y anónimo, característico de la producción en serie–, de tal manera que cada hombre que se dedica a “contar historias” es en sí un “libro” diferenciado de los demás. Esto refleja por tanto un significado distinto al del mundo moderno, donde cada “libro” es parte de un tiraje de cientos o miles de ejemplares idénticos. Koko Shijam, “el libro andante”, se revela a sus oyentes, a los lectores en este caso, desde su propia óptica, a partir de sus experiencias narradas de una manera singular. Es, por tanto, un libro en que el narrador funde las enseñanzas que recoge de su cultura y tradición, mezcladas con su propio “yo”, presentadas en un formato de papel impreso.
        Una segunda observación trata de su autor. Para los lectores peruanos, Walter Lingán, autor de cuatro novelas y cuatro libros de cuentos, es un médico cajamarquino, radicado en Alemania desde 1982, en cuya obra es recurrente la preocupación por la situación del país, asediada desde la recreación de hechos históricos bajo  una concepción realista, así como desde la subjetividad de los protagonistas, o incorporando una visión mágica-andina. En sus  libros previos a esta novela, el mundo andino, de donde él proviene, así como el universo urbano, son los principales escenarios en que se desenvuelven sus historias. Este libro, pues, abre una inesperada vertiente en su producción. 
En esta nueva obra se adentra casi como un nativo o como un antropólogo en el mundo de las creencias, mitos y leyendas amazónicas, a tal punto que cuesta creer que hayan sido realizadas por alguien que no hubiera vivido por un largo periodo en la selva, tal como hiciera el narrador Luis Urteaga Cabrera –curiosamente, cajamarquino como él–, quien escribió El universo sagrado y El arco y la flecha, luego de una convivencia de una década entre los shipibo-conibos.
Koko Shijam, el libro andante del Marañón, se nos ofrece a los lectores como una novela corta, o nouvelle, texto que si bien es una ficción, luego de su lectura nos lleva a preguntarnos si efectivamente es una novela corta, por lo menos la forma literaria denominada novela corta. Es decir, una narración organizada en torno a una historia básica, con pocos personajes y que constituye una unidad que, sin alcanzar la rigurosidad de un cuento, tampoco es usual que se presente como una estructura abierta, como en muchas novelas experimentales. Porque el “libro andante” registra muchas historias, y a la última se le podrían sumar otras más, sin que ello disminuyera la calidad de lo narrado, ni se considerara que el libro de Lingán es incompleto o fallido. De alguna manera –aunque sin el ancla de la racionalidad articuladora del texto–, Koko Shijam, el libro andante del Marañón tiene un evidente parentesco con el Decamerón y Las mil y una noches. Y, en nuestro medio, con el ya mencionado El universo sagrado y con Canto de sirena, de Gregorio Martínez, libros de difícil clasificación, pero indudablemente de gran calidad literaria.
De acuerdo a la ficción, el protagonista es un viejo aguaruna –o awajúm– errante, contador de historias, y sus referentes corresponden a esta etnia. Sin embargo, el narrador, en sus andanzas por toda la amazonía, ha recogido mitos, leyendas y creencias de las diversas etnias que habitan en ella, e incluso del mundo de los colonos, integrándolas al final con la historia más reciente de nuestro país, de modo que se convierte en un universo trascendente a un solo grupo cultural.
 Como parece inevitable en narraciones de contenido mítico, la obra se abre con historias sobre el origen del mundo, del hombre, de los seres vivos y los fenómenos de la naturaleza. Así, se presenta una serie de versiones sobre el origen de Koko Shiham, el “libro andante”, a cada cual más singular. Se dice que su origen se emparenta con el destino de los pueblos más viejos de la selva. “Otros manifiestan, con increíble fantasía, que Nunkui, La madre tierra, lo abandonó en una canasta en el río Marañón”, dice el narrador de la novela, emparentando esta versión con la de José “el salvado de las aguas” de la Biblia. Y continúa el narrador: “También diciendo dicen que su padre podría haber sido Tukuis, El señor de piedra, quien le trasmitió la vida eterna y el poder de bilocarse o multiplicarse para poder estar en varios lugares al mismo tiempo”.
 De esta manera, desde el inicio, se van fijando las coordenadas temporales; mejor dicho, se van descolocando los límites temporales y llevando la narración a una intemporalidad que se irá remachando a medida que avance la narración. A continuación, en el tercer párrafo, introduce el narrador nuevos seres, cuando expone que “No faltan quienes afirman que es hijo de los demonios que viven en las profundidades del Marañón y otros cuentan que su padre podría ser el todopoderoso Cumbanama que, como se conoce, gobierna con suprema sabiduría toda la Amazonía, imponiendo su autoridad sobre todos los espíritus buenos y malos que habitan la selva”.
A continuación, el narrador, con buen instinto narrativo, se dedica a humanizar el personaje, usando referencias de absoluta cotidianeidad y simpleza. Así, lo caracteriza como un viejo que no sabe calcular su edad ni sabe su lugar de nacimiento, pues carece de documento de identificación, “Tan sólo lleva un papel sucio y arrugado con su nombre, estampado con nebulosos sellos y una hilera borrosa de lo que alguna vez fueron huella digitales.”.  Además de viejo, es muy flaco, pequeño, de hombros enjutos y ligeramente jorobado.
Este contrapunto de lo mítico y lo cotidiano, del personaje asociado a sucesos ocurrido en tiempos lejanos y el viejo pícaro que vive al día, presa de apetencias propias de cualquier mortal, y que anda errante por toda la selva,  es un recurso que  mantendrá a lo largo de la narración. En consecuencia, los pasos de Koko Shijam tanto puede remontarse a la época de los conflictos suscitados por la explotación del caucho, a fines del siglo diecinueve y principios del veinte, como actuar en sucesos políticos recientes. Asimismo, se desenvuelve en la selva norte, en Jaén y Santa María de Nieva, como en plena llanura amazónica, en las márgenes del Ucayali.
En sus andanzas, va constatando la presencia de los seres que pueblan el universo mítico de la selva, pero integrados a sus experiencias personales. No se limita, pues, a señalar qué se dice sobre los yakurunas, el Chullachaqui y otros seres legendarios, sino los presenta en circunstancias diferentes a lo que tradicionalmente se sabe de ellos. Así, casi desde el inicio, se ve enredado con Tsunki, la sirena, hija del “Gran señor de los Yakurunas”, ente que vive en las profundidades de los río. La sirena se muestra en toda su belleza y Koko Shijam, que necesita muy poco para sentirse estimulado por una presencia femenina, va en pos de la bella mujer. En tal estado, sensibilizado al máximo, recoge los encantos del medio:

Cuando estaba a punto de dormirse llegaron hasta sus oídos los extraños susurros de un extraño canturreo. Estiró el cuello y dirigió las orejas en dirección hacia donde supuso se producía esa sinfonía encantadora. ¿Qué será eso?, se dijo. Le pareció percibir los sonidos de la selva convocados por un shamán desde el fondo de una vasija antigua. Escuchó atónito el diáfano coro de voces, el inconfundible silbo de las shushupes, el triste llanto del Aujú, El ayaymama, el sonoro canto de agua de los yakurunas, el bullicio del viento jugueteando con los bosques, el acompasado gorjeo de los pájaros, el rumor del río conversando con el follaje verde de sus orillas, el furioso rugido del otorongo y del tigrillo.
Instantes después volvió el silencio.
Luego, más tranquilo, Koko Shijam concluyó que sólo había sido el embrujador concierto de las anacondas cantoras anunciando la nueva Yúmi tepét, la temporada de lluvias.

Esta larga cita es un ejemplo de los recursos narrativos empleados por el narrador, que mezcla armónicamente fenómenos propios del bosque amazónico con actos sobrenaturales, como cuando enumera, entre otros sonidos de la noche, el canto de los yakurunas y el llanto del Ayaymamá (seres míticos), con el rumor del río y los rugidos del otorongo y el tigrillo, para finalmente dar una interpretación sobrenatural al inicio de la temporada de lluvias: el Yúmi tepét. Tal descripción crea una atmósfera de encantamiento, de puerta de entrada a un mundo que trasciende el cotidiano.
Siguiendo la tónica de un hecho cotidiano y banal contrastado con lo extraordinario, el narrador salta de los signos de hastío entre una pareja recién avenida, la curiosidad y la intrusión de terceros, y la indignación de un padre ante la desgracia de su hija, a la composición de un drama cuyas consecuencias se parecen mucho al diluvio universal.

De repente el cielo se cubrió de nubes negras y un potente ventarrón empezó a soplar impetuoso. La fuerte lluvia no se hizo esperar. Cada vez llovía más y más. Se desbordaron los ríos y la esposa-culebra, yerta sobre el suelo, creció hasta que alcanzó la altura de las nubes y allí desapareció. Machín fue arrastrado por la corriente furiosa de las aguas. Su cuerpo indefenso se estrelló contra un tronco, para luego, morir y hundirse en un amasijo de agua y lodo. Solo Koko Shijam, como esposo de la sirena Tsunki, fue uno de los pocos que se salvó de la matanza trepando a una palmera muy alta desde donde vio la canasta rota donde guardaba a su esposa.

Este relato de resonancias bíblicas, adaptado al mundo de creencias amazónicas, muestra un trasfondo oculto, pero que salta de cuando en cuando, a veces en los hechos históricos, ajenos a la visión mítica nativa, a veces en simbiosis a primera vista inadvertidas. Como cuando, en un recuento de espíritus malignos de la selva: el Tunchi, el Tsentsak, el Chulla-chaqui, la Lamparilla, el Ayapullito, el Manchumush, se intercala la Runamula. Este ser, una mujer pecadora convertida en mula (animal no solo traído por los españoles, sino propio de otros hábitats), es muy común en las narraciones andinas. Y si bien el autor señala que cruel castigo a una mujer se debe al diablo, en el mundo andino, de donde parece ser originaria la leyenda, el pecado de la mujer se debe a su convivencia con un cura, hecho muy común en esas latitudes.
 De cualquier modo, las historias de seres y situaciones sobrenaturales se suceden una tras otra, integradas a la vida del Koko Shijam, en la que siempre aparece alguna mujer o ser femenino. Ellas irrumpirán en su vida para seducirlo y convivir con él, compartiendo afanes domésticos y rutinarios, o para propiciar su iniciación en los misterios de los shamanes, o como tema para acompañar sus andanzas. De hecho, gran parte de las historias, están asociadas, de una u otra forma, a seres femeninos.
 Siguiendo esta relación de la vida carnal o biográfica de Koko Shijam, se desprende otra característica del libro: la presentación de seres y fenómenos reales de la naturaleza, con tal detalle, que va revelando poco a poco la riqueza ecológica de la selva. Así, de cuando en cuando, hace recuentos de peces, ríos y otros seres amazónicos.

… bailaron acompañados por la gracia de carachamas, paiches, boquichicos, zúngaros, bufeos y centenares de diversos pececillos.
Así es como nacieron los nombres para los ríos Yupicruz, Shushunga, Chiriyacu, Utcubamba, Nieva, Cananya, Santiago, Marañón, Huallaga, Ucayali, Amazonas, entre muchos más.

En otros casos, los animales son protagonistas de muchas historias, como el gusano, el martín pescador, el bufeo, el maquisapa, la serpiente.
 Por otra parte, el libro de Walter Lingán no se organiza de manera lineal, empezando de los mitos del origen  para terminar en el presente, pues recurrentemente vuelve a los orígenes de los tiempos para de allí saltar a diversos sucesos o hechos que le interesa tratar. Así, casi a la mitad del libro, empieza un nuevo apartado de la siguiente manera:

En tiempos inmemoriales, contaba Koko Shijam a un grupo de colonos reunidos en la casa del dueño del centro comercial El Chotano, Nántu, la luna, y Etsa, el sol, eran seres humanos y vivían en el pongo de Manseriche. Frente a la casa de Etsa tenía su casa el poderoso Kumpanám, uno de sus mejores amigos, que hoy es el imponente cerro de quien dependen los truenos y las lluvias. En esta montaña conocida como Kumpanám habitan cinco Tijai, los dueños de los cerros, que están encargados de cuidar las nubes, el agua, las plantas y los animales.

En este punto, se advierten claramente los dos planos narrativos que conforman el punto de vista de la novela. Durante buena parte del relato, los hechos parecían ser contados por el mismo Koko Shijam, sobre todo los de connotaciones míticas, pero ahora se presenta la superposición de un narrador que sigue las andanzas de Koko Shiham y él mismo recuenta los sucesos más fantásticos desde una perspectiva fiel a las creencias y maneras de pensar de los diversos personajes, como uno más de ellos. De hecho, unos pasajes más adelante, usa la primera persona del plural: “Aunque existe la versión de nuestros antepasados…”; “Nuestros antepasados contaban también que Etsa…”.
 Bajo este doble juego narrativo, se suceden las historias más imaginativas que se puedan imaginar, aunque poco a poco las referencias de la situación presente se van haciendo más extensas, y los hechos históricos recientes van adquiriendo mayor presencia.

Unas semanas después de haber visitado el distrito de Copallín y sus diferentes caseríos, Koko Shijam se encaminó de nuevo a Bagua. Justamente en la antigua avenida Mesones Muro, hoy rebautizada como avenida Héroes del Cenepa, se encontró con el periodista Juan Rojas Núñez, quien, al reconocerlo, lo llevó a los estudios de la emisora donde laboraba y en una de las salas conversaron como dos viejos amigos.

Sin embargo, el libro continúa acumulando narraciones en donde, a través de los seres fantásticos interviniendo en la historia de los hombres, van desvelando la riqueza inconmensurable de la vida en la amazonía, de sus pueblos y sus luchas, del destino de sus riquezas naturales, del sufrimiento, alegrías y avatares de su gente. En buena cuenta, del destino que le espera a este mundo extraordinario, que el libro andante, ha revelado y revelará incluso después de su desaparición, “envuelto en un poncho de vaporosas y negras nubes”. Porque, de acuerdo al narrador:

Todos saben, que luego de la tormenta, aparecerá en otro lugar para contar las historias de una nación que se resiste a morir y que sólo anhela vivir en paz, en armonía con todos los pueblos del mundo. Entonces, Koko Shijam tendrá vida para rato.

Larga vida, pues, para Koko Shijam y para Walter LIngán.