Dienstag, 20. Oktober 2015

Entrevista a Walter Lingán / Maritza Olórtegui Mariña

  1. “El amor no ata, sino proporciona libertad”, palabras de tu personaje Michaela. Tú, ¿compartes ese concepto?
La actual juventud europea, en particular la alemana, asume el legado de “Mayo del 68”, aquel movimiento libertario que rechazó el matrimonio por tratarse de una forma de esclavitud, un contrato burgués que coloca en desventaja a la mujer respecto al hombre, por eso ahora se pugna por las “relaciones libres”, sin ataduras legales, relaciones legítimas que deben ser respetadas mientras que ambas partes estén involucradas en relaciones emocionales o sexuales. No se trata de mantener múltiples relaciones sexuales, sino de forjar el compañerismo y la solidaridad en la pareja, de cortar la relación en el momento que empieza a ser dañina para una o ambas partes. En ese sentido coincido con mi personaje.
  1. “Un cuy entre alemanes”, te ha hecho revivir con nostalgia y coraje lo difícil que fue migrar a un país donde la barrera principal, era el idioma. ¿En esta novela hay algo de ti, de tu experiencia como migrante?
Hay que considerar que siempre estuve viviendo como migrante. Del pueblo donde nací nos trasladamos con mis padres a la selva, de ahí me mandaron a Lima, para finalmente partir para Alemania. Todos esos movimientos fueron una manera de irme para, a la vez, quedarme. Si bien es cierto en la novela hay algunos aspectos de mí, pero al contarlos dejan de pertenecerme aunque lo cuente en primera persona. He tratado de reunir historias de migrantes, de peruanos, de latinoamericanos en una país como Alemania. Sus aventuras, sus alegrías, sus tristezas, sus triunfos, sus fracasos, sus relaciones con la gente y el medio, de aquellos que solo trabajan para supervivir y de otros que tienen la suerte de estudiar. Su batallar con el idioma es una de las más duras. Hay gente que vive más de viente o treinta años y a las justas balbucea unas cuantas palabras en alemán, más bien la segunda o tercera generación tiene otro desarrollo distinto. Y, claro, es difícil aprender “este idioma del demonio” como me decía una amiga ecuatoriana. Son también las mujeres extranjeras casadas con alemanes las que la pasan peor, en ese aspecto los varones la tenemos más fácil. En conjunto todos estamos enfrentados a una cultura desconocida, estricta, menos tolerante, muy exigente y disciplinada, lo que al saque choca con nuestras maneras más libertinas y displicentes.
  1. Esta novela ¿representa a una metamorfosis más bien psicológica y no física por la que los migrantes pasan, de alguna manera en el extranjero?
Claro, es una alegoría al cambio que con el paso del tiempo vamos experimentando, adquirimos nuevas formas de comportamiento, aprendemos a ser respetuosos con nuestros semejantes y con el medio ambiente. De pronto somos más solidarios con los que sufren injusticias o abusos, entendemos que somos tan racistas con nuestra propia gente porque sentimos el racismo evidente o sutil de los nativos del país anfitrión.
  1. Como lectora, inmediatamente paso a la intertextualidad y pienso que si no hubieras leído “El lobo estepario” de Herman Hesse y “La metamorfosis” de Franz Kafka, no hubiera existido esta novela como tal. ¿Consideras posible?
Hermann Hesse y Franz Kafka me abrieron el camino, mi texto es un homenaje, un reconocimiento a ellos, a su obra; pero hay muchas otras lecturas que cada lector, de acuerdo a su experiencia, los podrá descubrir. Van a recordar rasgos de El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, pasando por la películas de El Increíble Hulk y El Hombre Elefante basada, está última, en la vida de Joseph Merrick, la novela El Jardinero de Jersi Kozinski o La dama que se transformó en zorra de David Garnett; así como las barriadas limeñas vía Patíbulo para un Caballo de Cronwell Jara, o ver la gran minería vía Redoble por Rancas de Manuel Scorza; incluso la corrupción en su estado más prosaico, vía el Ciudadano Alberto Fujimori, la construcción de un político de Jochamowitz, para mencionar algunos ejemplos.
  1. Si bien con Harry Haller, personaje de “El lobo estepario” hay un parecido con tu personaje en relación a que ambos son lectores voraces; pero en cuanto a la vida social, hay mucha diferencia. ¿Querías quizá mostrar al hombre latino más sociable y más sexual?
Sólo traté de presentar algunos clichés de “el amor latino” que es muy conocido en Alemania, hay algunas exageraciones, pero eso va de acuerdo al poder fornicatorio de los cuyes.
  1. En la vida del hombre-cuy desfilan muchas mujeres. ¿por qué esa insatisfacción amorosa y sexual? ¿No crees que este hombre-cuy es promiscuo y machista?
Como ya dije en la respuesta anterior, se trata de apoyarse en la vida sexual de un roedor como el cuy para proporcionarle a mi personaje poderes sexuales que solo existen en la mente machista, que solo es propaganda del macho latinoamericano.
  1. Estos últimos años el cuy se ha puesto de moda, no solo por los beneficios alimenticios, sino porque su imagen se ha convertido en algo mediático en nuestro país. ¿Por qué quisiste que la metamorfosis de tu personaje sea precisamente en un cuy?
Una de las razones es la que mencionas, de ser un plato regional ha pasado ser una delicadesa nacional; por otro lado representa, de algún modo, la identidad latinoamericana, en especial peruana; existe la creación de Juan Acevedo, ese cuy atribulado por ser un pequeño burgués con aspiraciones revolucionarias. Todas esas imágenes influenciaron para decidirme en escoger al cuy como protagonista de la novela.
  1. El hombre-cuy es socialista, comunista, leninista, maoísta, ¿Quién es ideológicamente Walter Lingán?
Soy una persona solidaria con los pueblos y las personas que luchan por la justicia. Asumo el marxismo más por experiencia que por ideas aprendidas. Desde joven estuve involucrado en estos afanes de luchar por la igualdad de oportunidades, de progreso y desarrollo para todos, sin distingos. Me gusta un Perú justo, libre y solidario y que su riqueza alimente a todos y no solo a un número reducido de familias.
  1. El terrorismo es una temática que ha sido abordado por muchos escritores, porque es difícil desligarla de nuestra historia política, social y económica de nuestro país. ¿Qué parte de este periodo te tocó vivir?
La violencia y el terrorismo siempre han estado presentes a lo largo de toda nuestra historia. Desde pequeño he sido testigo de la violencia de los poderosos contra los desposeídos. Todo reclamo del pueblo siempre es ahogado en sangre. Toda conquista social que beneficia a la sociedad en su conjunto tiene alto costo de vidas humanas de los sectores más pobres. La violencia que se desató a inicios de los 80 fue tan solo un grave momento de nuestra historia. Hasta ahora no se sabe la verdad, o sabemos a medias, y fundamentalmente desde el punto de vista de los vencedores. Me fui del país a inicios de los 80 y todo esto de la guerra lo viví en forma indirecta, por los testimonios de los testigos, de los que huían de las masacres y llegaban hasta a Europa, por las noticias. Constantemente buscaba información, a inicios difícil pero con el desarrollo de internet y las redes sociales esto se ha facilitado mucho, hay un bombardeo constante de noticias e informes de diferentes fuentes.
  1. En tu novela la madre no aparece con mucha frecuencia, pero cuando lo hace, aparece como una mujer, luchadora, trabajadora, guerrera, es decir, madre. ¿Cómo es o ha sido el vínculo con tu madre?
Mi madre siempre ha estado presente en las malas y en la buenas, siempre dando una palabra de aliento, apoyando lo que hacía; nunca desaprobó lo que me proponía hacer. Ella se preocupó porque tengamos lo mínimo necesario para salir adelante, nos dio todo lo que pudo. Quizás yo sea un poco ingrato con ella, pero ella sabe que la tengo siempre presente aunque la comuncicación no sea tan fluída. Mi madre es una mujer que nunca perdió la esperanza a pesar de las duras condiciones de vida que llevamos aquellos años en Collique (Comas). Hoy dice ella que está cosechando lo que sembró, pues vive feliz alternando entre sus hijos y nietos que están en EEUU, Europa y Perú.
  1. ¿Por qué la voz narrativa se dirige solo a Michaela en toda la novela? ¿Por qué a ella? ¿A quién representa Michaela en tu vida?
Yo siempre aspiré a vivir hasta la muerte con mis parejas, pero la vida nos juega con trampas. Michaela representa a esa mujer, a la primera, la segunda o la última con quien no se pudo hacer realidad ese amor “hasta que la muerte nos separe”. Michaela es ese símbolo, esa idealización, ese sueño frustrado por la vida. Pero no significa que sea infeliz, por el contrario, me considero la persona más feliz pues aprendí a amar en libertad, sin ataduras de ninguna clase.
  1. Me gustó tu novela por la agilidad con la que se deja leer, porque el personaje que has creado es amante de los libros y de la buena lectura y sospecho que el autor es así. ¿A qué libros vuelves siempre y por qué?
Leo fundamentalmente poesía de autores clásicos. Es infaltable César Vallejo, el poeta turco Nazim Hikmet, el griego Constantino Cavafis, el norteamericanos Walt Whitman, Carlos Oquendo de Amat, entre otros; desde luego leo y releo a Hermann Hesse, Franz Kafka, José María Arguedas, los inicios de Mario Vargas Llosa, Ciro Alegría, Manuel Scorza, Juan Carlos Onetti, Roa Bastos, Lezama Lima, Julio Cortázar, Cabrera Infante, en fin, sin descuidar otros autores contemporáneos de Perú, España y Europa.


Publicado originalmente en: http://www.maritzaolortegui.com/

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