En aquellos tiempos cuando dios andaba por
estas tierras, contando cuentan que existía una mujer muy hermosa, la
Mama-coca, que ponía loquitos a los hombres con los encantos de su cuerpo y
tenía la facultad de convertirse en una planta de hojas verdes y ovaladas.
Después que los conquistadores blancos mataron
al inca Atahualpa y saquearon la ciudad de Cajamarca en busca de oro y plata,
Enfurecidos los españoles por tal atrevimiento, la
persiguieron sin tregua hasta que lograron capturarla y aunque la sometieron a
terribles tormentos, ella no les reveló el lugar donde había escondido la
cuantiosa fortuna.
Considerando
que no tenía escapatoria, llamó a la gente y les dijo: “Miren aquellas plantas
de hojitas muy verdes, con ellas van a olvidar las penas, las fatigas. Su jugo
va a ser el mejor remedio para las tristezas y el cansancio, en ellas podrán
ver el futuro, lo que el destino les depare. Ese
jugo que para ustedes será la fuerza y la vida, para los blancos será sólo
vicio repugnante y degenerador, mientras que para ustedes será un alimento
espiritual, a ellos les causará idiotez y locura. No olviden cuanto les digo y cultiven
esa planta, es la preciosa herencia que les dejo, cuiden que no se extinga,
consérvenla y propáguenla entre nuestros hermanos con veneración y amor. Esa
planta soy yo...”
Apenas terminó de hablar, su cuerpo se partió por la mitad y de allí nació esa matita de
hojas verdes y ovaladas que hoy conocemos como coca. Y ahora la laguna de Conga
ha despertado la ambición de los nuevos conquistadores.
Y esa matita de hojas verdes es la que mete en la oscuridad a tanta juventud, por desgracia. Ojala algun dia acaben con toda esa maldita mafia. Aunque en Perú la hoja de coca se consume como fortalecedor y el mal de alturas, van mascando coca y trabajando, incluso en las minas, lo malo es el mal uso que le dan ciertas personas sin alma, que se hacen ricas a costa de la desgracia y el vicio de otras debiles.
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